jueves, 24 de julio de 2014

Porqué banco a Sabella.






En el año 93 la selección ganó la última copa América, el último torneo importante. Yo tenía 12 años y vi el partido en la casa de mi abuelo con mis tíos, como siempre. Mi abuela estaba dando vueltas por ahí haciendo sus cosas mientras los hombres miraban el partido. A ella no le importaba un carajo el fútbol pero sabía cada vez que jugaba Lanus porque nos íbamos a la cancha o cuando juagaba la selección porque nos juntábamos en el comedor a verlo. En fin, vuelvo: decía que estábamos todos ahí alrededor de la mesa con la vista clavada en un Hitachi de 32 pulgadas, año 93. La historia es conocida: el cholo Simeone saca rápido el lateral, Bati girá y fusila a Campos. Golazo y 2-1 a México, 14ta copa América para Argentina, un número que aún hoy sigue siendo infernal, casi pornográfico.
En esa época Argentina era un equipo jodido y respetado. En Sudamérica no había una selección que le toque el culo: Brasil nos tenía miedo (lo del 90 estaba muy fresco), Uruguay estaba con una generación en retirada y los demás no existía ninguno. Solo Colombia asomaba con una camada de jugadorazos que se consolidó el día del famoso 5 a 0 en el monumental y que después desbarrancó como un amor de verano en USA 94 con un papelón que los devolvió en primera ronda. Formábamos parte de la elite del fútbol junto con los alemanes, Brasil, Italia y pará de contar. Jugar contra Argentina para cualquiera era un clavo: te ganaba. Bien, mal, regular, te ganaba. Y sino ibas a tener que pelarte el lomo para ganarle.  El país se paraba cada vez que jugaba la selección, no era joda. Era un orgullo.
Pero algo pasó, hubo un quiebre. Como el ingrediente secreto de una comida algo se perdió, una esencia, un sentido de pertenencia se fue arrastrado por el viento. Y para mi ese momento nace en la enfermera que le cortó las piernas al Diego.
Estados Unidos fue el comienzo de una etapa oscura para la selección argentina de fútbol. El último mundial de una generación de tipos a los cuales tenías que matar para ganarle se fue de la mano de esa gorda nefasta que se llevó al Diego para hacerle una cama con la firma de Havelange. No hubo retorno. Tanto es así que salvo alguna medalla defendida en los juegos olímpicos, hasta el mundial de Brasil el hito más sobresaliente de una selección fueron los guantes de Roa para eliminar a Inglaterra. Nada más.  Poco, muy poco para una camiseta que pesa una tonelada, que está entre las más grandes del mundo y que está obligada siempre a ganar. Con mas fútbol, con menos fútbol, con 4 o 3 en el fondo, con un enganche clásico o con dos volantes mixtos, con uno por afuera y uno por adentro o con tres ligeritos sin posiciones fijas Argentina, la selección de fútbol por historia y peso de camiseta tiene que salir a ganar siempre, no hay vuelta de tuerca, no hay forma de dibujarla le guste a quien le guste. Nos pusimos a discutir si estaba bien o mal que Passarella mande a cortar el pelo a los jugadores, si Bielsa era la revolución del fútbol, si Cruz por Riquelme, si el chamuyo alemán, si Tevez o Messi, si….En el medio Brasil dejó atrás el gol del Cani y ganó 2 copas del mundo y 3 Copas Américas, Uruguay renació de las cenizas, terminó 4 en Sudáfrica y se nos llevó la copa organizada en casa, Alemania empezó a darse cuenta que el fútbol había cambiado y mientras una generación fantástica de españoles ganaba todo e incluso por primera vez una copa del mundo, iban gestando una camada nueva de maquinitas. Italia se sacudió el polvo y ganó la 3er estrella en el 2006 y hasta Francia, comandada por un Zidane que superó las buenas (pero frescas) aspiraciones de Platini, fue campeón.
Nosotros en cambio fuimos acumulando decepciones: Passarella todavía surfeaba en su soberbia cuando Bergkamp bajaba un pelotazo de 60 metros y nos mandaba a casa mientras Ayala pedía un cortado en el área.  La revolución bielsista se fue en primera ronda con ese zapatazo de Svensson, la dignidad de Pekerman se sostuvo hasta el machete de Oliver Kahn y la simpatía del Diego y el “ahora sí, mística” armó las valijas con una goleada lapidaria.
Pasamos de ilusionarnos por prepotencia histórica bien ganada a ver hasta donde llegábamos. A relegarnos a una selección que ya no estaba entre las mejores, que había bajado un escalón y que los rivales respetaban solo frente al micrófono para quedar bien con la prensa. El fútbol para peor se empezó a emparejar y el “cualquiera hoy en día te hace partido” a nosotros se nos hizo carne en serio, fue literal. Hasta Holanda que nunca ganó nada era considerada una potencia. Subieron Francia y España ( España!) y nosotros vimos a una generación de jugadores más preocupados por el discurso y  tener amigos en los medios que por romperse el culo en la selección. Hasta nos tuvimos que bancar que algunos canten “se va a la puta que lo parió”, que te quitaba prestigio, que “no comulgo con las ideas del entrenador” por TV y porque la madre le había dicho que le hacía mal. Increíble, la camiseta que todos quisieran tener ya no valía nada. Las nuevas camadas de pibes empezaron a gasta guita en remeras del Manchester United, el Real Madrid y sobre todo el Barcelona tiki-tiki. La ola de comentaristas líricos y DT vendehumo con Angel Cappa como referente armaron un discurso filosófico, le dijeron al público futbolero que este deporte era un arte y que la selección una mala bailarina de cabarute, que miremos el de afuera que era mejor y venía por cable los sábados a la mañana, que lo otro no valía la pena.
Así, en silencio y casi sin que nadie se enterase Alejandro Sabella llegó a dirigir a la selección. Los líricos charladores de café, los que creen que la vida se resuelve en un bar rodeado de whisky, cigarros y una mina en tanga, lo fustigaron. Que juega feo, que viene de la escuela de Estudiantes, que es defensivo, que le va a quedar grande el puesto. Mientras, este tipo de perfil bajo y mirada tranquila, que hablaba lo justo y necesario y solo de fútbol (una rareza en un medio que necesita siempre de quilombo), fue haciendo su trabajo.  Entendió que el mejor jugador del mundo (Messi) era argentino pero no un superhéroe y lo rodeó para que sea una pieza fundamental pero que no juegue solo. Armó con paciencia de hormiga y tenacidad rusa un grupo humano donde todos tirasen para el mismo lado, confió en jugadores que sabía que la gilada le iba a cuestionar pero no le importó: adentro Rojo, Basanta y Campagnaro. Afuera Tevez. No le tembló un músculo para bancar a un arquero que era suplente en su club y básicamente sobre todas las cosas no permitió que nadie (nadie es NADIE) ni de AFA, ni de los medios de comunicación le pusieran media condición a su laburo.
Llegó como llegaron todos los DT´s y grupo de jugadores argentinos a todos los mundiales: con el ojo de la gente en ver contra quien nos íbamos a volver a casa en 4tos de final. En la primera ronda el equipo tuvo dificultades con rivales mucho menores en camiseta pero este hombre sabía que un mundial es un río traicionero y que lo importante es siempre primero llegar a la orilla.  Así pasó la fase de grupos y así eliminó a Suiza en un partido para morirse de angustia. Pero después algo cambió. El hombre de mirada tranquila y pocas palabras pareció mirar a sus jugadores y colaboradores para decirles “ahora sí”. Adaptó tácticamente el partido para ganarle a Bélgica y que su DT se queje del juego argentino mientras elegía qué perfume llevarle a la señora en el Free Shoop del aeropuerto, sacó del 11 titular a dos de sus fijas y puso a otros que consideraba en mejor nivel, maniató a Holanda para eliminarlo en los penales con ese arquero que todos puteaban y de repente querían poner su cara en la bandera nacional y llegó a una final después de 24 años para aguantarle al campeón que le ganó pero necesitó sudar el culo como nunca en el mundial, como era antes, como cuando nadie quería jugar con Argentina.
Los argentinos, siempre atentos al exitismo, entendimos que este tipo al final valía, que no había ganado dos campeonatos y una Copa Libertadores con Estudiantes porque sí. Que algo de este bendito deporte sabía y que su filosofía no era otra que el trabajo y la capacidad de poner al “nosotros” por sobre el “yo”.
Volvimos a las calles por la selección. Una generación de pibes que no sabía qué carajo era el orgullo que sentíamos los de más de 30 por la celeste y blanca se hicieron carne de eso. A los de mi generación nos remontó a una ola de nostalgia del pasado (y se me emociono mientras lo escribo, la puta madre) y volvimos a llorar de alegría por la selección, nos abrazamos con esos pibes que lloraban por primera vez y nos fusionamos de un sentimiento hermoso, de esos que solo el fútbol sabe dar y no me rompan las pelotas con otro deporte.
Siempre será hincha de Lanús por sobre todas las cosas pero también fui fiel a la selección toda la vida. Sufrí y lloré decepciones mientras la gilada se quería despegar con el discurso de “a mí la selección me importa un carajo”, yo la sufrí. Varios lo hicimos en silencio, vimos pasar los años con el anhelo de que alguna vez volviéramos a estar ahí. Es verdad que aún no se ganó nada y que falta mucho camino por recorrer. Pero este hombre, su formas y su trabajo nos devolvió lo más importante: la esencia, el volver a ser.
Hoy Argentina vuelve a su lugar de equipo grande y no lo puede discutir nadie. Y eso, por lo menos para mí que amo al fútbol, me resulta maravilloso e invalorable.


Sebastián Moreira.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Gracias, Lanús




Quise pensar en mil cosas antes de que llegue el momento de ir a la cancha, pero no pude.
Quise dormir atado a la esperanza de que el cansancio me de un poco de paz, pero tampoco.
Hay algo que siempre nos anda dando vueltas en la cabeza a los seres humanos y es la incertidumbre: qué puede pasar, cómo, cuándo, en qué momento, de que manera.  Y fiel a mi estilo yo las pensé todas, porque si algo me enseñó mi viejo es a analizar todos los escenarios posibles ante un dilema.
Así viví esta semana, así anduve estos días. Con la gente que te quiere deseándote lo mejor, algo que uno toma como una carga emocional (como si el hecho de que las cosas salieran mal significara fallarles), con gente que te desea lo mejor pero vos sabés que en el fondo están queriendo que pierdas, con gente que habla y habla...
De todas las cosas que me tocó vivir al lado tuyo  sin dudas ésta fue una de las más lindas. Porque nos dio la posibilidad de viajar con la familia a Brasil, porque el andar del equipo se comió a rivales pesados y porque el tema de ganar una copa internacional de esta relevancia generaba un cosquilleo importante.
Por eso mi felicidad es tan grande. Porque fue en casa, otra deuda pendiente. Porque fue con nuestra gente, con la ciudad hecha bandera por la causa, porque fue real, autóctona y fiel. La ciudad se levantó para vivirlo, no era joda.
Mil palabras no alcanzarían para graficar el agradecimiento eterno. Hacer feliz a la gente no tiene precio.
Lloré muchísimo y seguiré llorando cuando vea videos y fotos y cosas y me encuentre con gente que tiene la misma alegría que yo, porque somos miles los que estamos en éxtasis.
Gracias eternas. No me lo voy a olvidar nunca en la vida. Gracias por revivir la sensación del 2007. Porque este club lo merece mas que ninguno en el país. Porque su gente lo merece porque te ama con el alma. Porque aún con discrepancias entre nosotros, solo nos interesa Lanús porque para eso nacimos.
Gracias, de corazón. Te lo dice un boludo de ya 31 años que no puede parar de llorar en cada foto, en cada repetición de los goles de ayer.
Hoy parece lejana la noche en la cancha de Platense donde antes de que empiece el partido contra Huracán de Tres Arroyos agarré fuerte la camiseta y juré que pasara lo que pasara yo siempre iba a estar con vos. Que si tocaba la desgracia de irnos a la B, ahí me ibas a tener el primer partido contra Deportivo la concha de mi madre de San Luis. En la bombonera, aquel 2 de diciembre te volví a jurar lo mismo. Te pedí que salgas campeón pero que si no pasaba yo iba a estar igual. Ayer me acordé de todas esas cosas un minuto antes de que termine el partido, mientras miraba solo al árbitro para que lo termine de una vez. Y fue hermoso volver a llorar con mi gente como aquellas veces.
Hoy lo vuelvo a repetir y lo haré las veces que sea necesario: Yo te amo, Lanús. Y toda la vida voy a estar.
Gracias por esta alegría.

Sebastián.


miércoles, 31 de julio de 2013

Por fin vuelve el fútbol

Porque yo no se vivir sin vos


sábado, 15 de junio de 2013

Asi las cosas

No tengo palabras para todo, como vos a veces me decís. Tal vez me traicione un poco la soberbia que me endilgás, tal vez el carácter complicado o  un poco de todo eso que tanto odiás de mi.
Pero en el fondo, cuando te calmes y puedas analizar, me vas a dar algo de razón. Esa que tanto te cuesta darme a veces.
Me voy porque no se vivir sin ser yo y eso no es nada del otro mundo pero a vos no te sirve. No puedo ser esa persona que querés que sea, no me sale. 
No me podés acusar de no intentarlo, las concesiones que te di, vos mas que nadie lo sabe. 
Crecí con la premisa de no traicionarme jamás y estoy orgulloso de eso. Tal vez de las pocas cosas que me llenan de orgullo, como ser Granate. 
Hubiera querido estar en tu nivel de amor, es lo que más me reprocho de las cosas que no te di. Pero te di otras, te di mi abrazo y mi cariño, mi risa y muchas noches.
Vos me diste esos abrazos de llanto desesperado y toda la sensibilidad linda de tu mundo.
Perdón chiqui que te lo diga por acá pero en este momento me estás odiando y no puedo hacerlo por otro medio.

"No sirvo ni nunca serví para tristes despedidas"






jueves, 28 de marzo de 2013

Análisis irrelevantes

Etapa de las relaciones con las mujeres: Niño


No se exactamente cual es la edad promedios en la cual nos enteramos , como hombres, de la existencia del sexo femenino. A los cuatro, cinco años solo nos interesan los dibujos animados, el consumismo atroz (?), pasar la mayor parte del tiempo jugando y la tendencia a las cosas dulces, esos mismos que mamá no nos permitía antes de la cena y el almuerzo porque "sino después no comés nada".
Pero hay una situación en la que de alguna forma nos empieza a gustar esa vecinita, la compañera del jardín o hasta la misma maestra de la que siempre fuimos los héroes que la rescatamos del mal que no es otra cosa que todos los adultos que la cortejan. Con el tiempo empezamos a reconocer que entre esos adultos "malos" aparece papá, pero bueno, es otra historia (?).
Lo curioso es que en esta etapa todos solemos mirar a la misma pequeña. La elegida suele no salir de dos como mucho tres nenas que son las que sobresalen en medio de tanta monotonía y que casualmente suelen ser las rubias. Este teoría -como todo lo que escribo sobre mujeres- es obviamente incomprobable pero de todas maneras yo la sostengo: la rubiecita clásica, con sus dos colitas en el pelo o la trenza (esto ya muy de mi época) es la que se distingue simplemente porque nos llama la atención y también puede ser por cierto prototipo yanki que consumimos donde está lleno de rubias que siempre triunfan sobre el mal. 
Como una buena producción marketinera la muchachita en cuestión empezará a comprender lo que su belleza genera y en en ese momento donde comienza a gestarse el gen femenino, una semilla maligna (?) y poderosa que mostrará su primer faceta: la dominación.
Llega el momento en que , como todo orden natural- los machos comenzarán a disputarse a la hembra (no olvidemos que por hombres no dejamos de ser animales (?)). Aquí se producen situaciones como el regalo de dulces, el alcanzarle la silla en la merienda y todo aquello que signifique revolotear a la pequeña como serpiente cascabel del desierto.
Esta situación se va desarrollando a medida que pasan los años de una manera bochornosa. Papá y mamá empiezan a hablar con todos de que el nene tiene novia, las tías le preguntan al infante quien es, las viejas amigas de las abuelas nos estrujan los cachetes y no conforme con eso se lanzan a opinar con sorna sobre nuestro estado sentimental. 
Es que cuando sos chico todo el mundo cree que esa nena que te gusta ya es tuya y esos es un error horrible, feo, muy feo (?) porque la chica en cuestión no solo no nos regala ni una sonrisa lastimosa en el recreo, ni siquiera nos toca cuando juega a la mancha congelada y muy por el contrario correrá a coquetear sus rizos con el lindo de turno (que nunca es uno, obvio) logrando que nuestro ego empiece a sentir por primera vez la sensación de la derrota, a la cual uno se acostumbrará con el paso del tiempo y que terminaremos llevando al alcohol y las atrocidades (?) años mas tarde, durante la adolescencia.
A esa edad tampoco tenemos demasiada idea de lo que es el sexo asi que nuestra misión consiste en darle un beso en la mejilla a la nena y regodearnos con el eterno sueño de que seremos marido y mujer cuando grandes, ilusión que años mas tarde iremos abandonando con ganas y convicción (?) a medida que pase el tiempo.
Los cumpleaños son un campo de batalla sin cuartel para disputar el amor de una muchachita. El vencedor se llevará alguna mirada de atención y los perdedores aceptarán con resignación la derrota e intentarán ingresar en el círculo de amistades del ganador a ver si de alguna manera pueden rascar las sobras (?) o los mas osados intentar destronarlo.
Y las mujeres? Ellas tendrán un accionar similar pero con mas falsedad dado el gen que están desarrollando (?) pero al mismo tiempo empiezan a captar que son capaces de dominar al masculino y en eso se van perfeccionando. Y en esta etapa lo logran de forma clara. La revancha, queridos amigos. tardará años en llegar.

jueves, 14 de marzo de 2013

De esas cosas que pasan sin saber porqué.

Es raro pero vos y yo siempre nos volvemos a cruzar. Pasa el tiempo y es igual. 
Estás igual y distinta a la vez. Somos más grandes pero no. Está bueno. Al final siempre nos terminamos buscando sin querer.

martes, 8 de enero de 2013

Es un segundo

Ese momento en el cual los dos se miran y se dan cuenta que se terminó.