Tema: Preocupaciones.
Disertante: Una de las tantas partes del alma.
Nos preocupa –y digo nos porque somos varias las personas que vivimos en este mismo cuerpo- el hecho de no saber a ciencia cierta que es básicamente lo que queremos de nuestra vida (que es solo una y por eso el drama).
Veamos posturas entonces, de las diversas partes que componemos esta alma, así tal vez podamos dilucidar la encrucijada:
Si nos dejamos llevar por el pibe que gusta de todo lo que signifique descansar y no hacer absolutamente nada más que dejar pasar el tiempo; ver como se esfuman los minutos en el reloj de la pared de la cocina, decididamente estamos complicados. Y no lo digo yo lo dicen las demás partes.
Este muchacho supone que la vida es una cajita de Pandora donde lo único que debemos hacer es vivir (como si vivir fuera solamente respirar) lo mejor posible y no encontrar demasiadas preocupaciones a mediano plazo.
Decididamente imposible que esta postura tome gobierno pues nadie nos regalará el alimento físico y mental al que nos obliga el cuerpo para subsistir.
Existe otra corriente que quiere perfeccionarse todo el tiempo y llegar a ser un tipo modelo en los que nos gusta laboralmente. Está considerada con buenos ojos pero no logra satisfacer demandas de felicidad ni de descanso al organismo, ya que todo el tiempo necesita retroalimentarse de sí misma, por lo cual caeríamos agobiados sin remedio. Hay quienes sostienen que esta forma de vida se volverá despótica y autoritaria con las demás, con lo cual ya se le teme por el solo hecho de verse las otras probablemente censuradas, sin lugar a voz ni voto.
El camino del desenfrenado pasional es un dogma extremadamente peligroso para todos, pero –debo admitir- terriblemente seductor. Esta moción saca del cuerpo el ardor y los sentimientos más profundos, aquellos que nos hacen sentir vivos y felices, como cuando reímos en un bar con amigos durante diez horas de corrido, entre abrazos y cervezas o como cuando juega Lanús, aquella extraña razón por la cuál dejamos atrás la vida misma postergando necesidades semi-urgentes, donde recalamos no solo en sentir la plenitud mental a flor de piel, sino también el llanto con los seres que amamos, un llanto interminable en los cuales llegamos a pensar que el mundo se podría terminar ahí mismo que no habría problema (y es más, hasta lo deseamos)
Las contraindicaciones: descuidamos nuestra vida en tanto y en cuanto lo material, como ser que nos tenemos que levantar un lunes para ir a trabajar y lo más nocivo es la salud mental que nos conlleva, ya que nos arruina psicológicamente cuando las cosas no se dan como esperábamos.
La postulación pesimista no mejora las cosas más allá de su naturaleza (lo pesimista nunca soluciona nada). Esta es una norma furiosamente anticapitalista y antagónica que supone la no admisión de nuestra persona en este mundo horrible y que se llena de espanto ante las injusticias que el planeta otorga.
Tiene su costado bueno porque nos abre los ojos y nos capacita para ser diferentes a la escoria que anda dando vueltas y al pensamiento mediocre que abunda. Nos llena de orgullo en determinadas situaciones como cuando alguien se acerca y nos comenta “la verdad, muy bueno lo que dijiste, se nota que sos una persona con cerebro”.
Lo malo es la mala onda que genera todo el tiempo. Para esta postura nunca hay salidas, siempre es volar el planeta e irse a vivir a Marte, algo que de utópico pasa rápidamente a ser imposible. Probablemente con esta postura estaríamos muertos mucho antes que con otras que nos llevarían a idéntica situación pero en menos tiempo, por lo cual resumimos que son un mal similar.
El tipo de ideal que se sienta en una computadora o frente a un papel en blanco a escribir es el que más detesto y me hago totalmente responsable de lo que digo. Sé por cometarios de pasillo (esto es un cuerpo y acá nos conocemos todos) que algunas posturas –incluso las más radicales- lo apoyan y hasta lo estiman. Yo creo sin embargo que es un miserable. Primero porque la juega de intelectual cuando en realidad es un don nadie y segundo –y básico- porque cuenta muchas miserias y peleas internas detrás de algún personaje de ficción y lo peor de todo es que hay gente que gusta de esas historias cuando en verdad no debería conocerlas.
En las reuniones se mantiene callado, omite siempre el debate y trata de mostrarse como una postura conciliadora que supone tratar de vivir lo más razonablemente posible cuando todos sabemos que es complicado. En realidad estoy seguro que lo hace más por una cuestión de comodidad que por otra cosa porque le conviene seguir viviendo así pues su vida pasa por el chusmerío disfrazado de cultura barata.
Debo admitir, muy a mi pesar que es dueño de una calma y tranquilidad envidiables.
Como pueden observar el panorama es complejo de por sí. Infinidades de veces hemos discutido la situación y no llegamos a ningún acuerdo.
Particularmente no soy partidario de la convivencia socialista que supone una igualdad entre todos; no por una cuestión antidemocrática sino porque entiendo que deben existir distintas jerarquías que definan un rumbo claro y específico de hacia donde vamos.
Durante todo este tiempo pasamos situaciones complicadas pero finalmente logramos salir adelante y hoy nos encontramos mejor encaminados. Por ello, creo yo, es necesario terminar de apuntalar un proyecto que nos encauce a algo cercano a lo definitivo.
Como de costumbre aclaro que esta no es más que una opinión particular de un simple habitante del cuerpo, como bien sabrán ustedes la libertad de uno termina donde empieza la de los demás o por lo menos algo así escuché por ahí alguna vez.
Por eso decía, estamos preocupados amén de ser una preocupación un tanto relajada, pero no por ello menos importante.
La realidad marca que por más que comente yo toda esta situación, los platos sucios se limpian en casa y no hay nada que hacer al respecto.
Saludos a todos y cada uno de ustedes, muchas gracias.
Veamos posturas entonces, de las diversas partes que componemos esta alma, así tal vez podamos dilucidar la encrucijada:
Si nos dejamos llevar por el pibe que gusta de todo lo que signifique descansar y no hacer absolutamente nada más que dejar pasar el tiempo; ver como se esfuman los minutos en el reloj de la pared de la cocina, decididamente estamos complicados. Y no lo digo yo lo dicen las demás partes.
Este muchacho supone que la vida es una cajita de Pandora donde lo único que debemos hacer es vivir (como si vivir fuera solamente respirar) lo mejor posible y no encontrar demasiadas preocupaciones a mediano plazo.
Decididamente imposible que esta postura tome gobierno pues nadie nos regalará el alimento físico y mental al que nos obliga el cuerpo para subsistir.
Existe otra corriente que quiere perfeccionarse todo el tiempo y llegar a ser un tipo modelo en los que nos gusta laboralmente. Está considerada con buenos ojos pero no logra satisfacer demandas de felicidad ni de descanso al organismo, ya que todo el tiempo necesita retroalimentarse de sí misma, por lo cual caeríamos agobiados sin remedio. Hay quienes sostienen que esta forma de vida se volverá despótica y autoritaria con las demás, con lo cual ya se le teme por el solo hecho de verse las otras probablemente censuradas, sin lugar a voz ni voto.
El camino del desenfrenado pasional es un dogma extremadamente peligroso para todos, pero –debo admitir- terriblemente seductor. Esta moción saca del cuerpo el ardor y los sentimientos más profundos, aquellos que nos hacen sentir vivos y felices, como cuando reímos en un bar con amigos durante diez horas de corrido, entre abrazos y cervezas o como cuando juega Lanús, aquella extraña razón por la cuál dejamos atrás la vida misma postergando necesidades semi-urgentes, donde recalamos no solo en sentir la plenitud mental a flor de piel, sino también el llanto con los seres que amamos, un llanto interminable en los cuales llegamos a pensar que el mundo se podría terminar ahí mismo que no habría problema (y es más, hasta lo deseamos)
Las contraindicaciones: descuidamos nuestra vida en tanto y en cuanto lo material, como ser que nos tenemos que levantar un lunes para ir a trabajar y lo más nocivo es la salud mental que nos conlleva, ya que nos arruina psicológicamente cuando las cosas no se dan como esperábamos.
La postulación pesimista no mejora las cosas más allá de su naturaleza (lo pesimista nunca soluciona nada). Esta es una norma furiosamente anticapitalista y antagónica que supone la no admisión de nuestra persona en este mundo horrible y que se llena de espanto ante las injusticias que el planeta otorga.
Tiene su costado bueno porque nos abre los ojos y nos capacita para ser diferentes a la escoria que anda dando vueltas y al pensamiento mediocre que abunda. Nos llena de orgullo en determinadas situaciones como cuando alguien se acerca y nos comenta “la verdad, muy bueno lo que dijiste, se nota que sos una persona con cerebro”.
Lo malo es la mala onda que genera todo el tiempo. Para esta postura nunca hay salidas, siempre es volar el planeta e irse a vivir a Marte, algo que de utópico pasa rápidamente a ser imposible. Probablemente con esta postura estaríamos muertos mucho antes que con otras que nos llevarían a idéntica situación pero en menos tiempo, por lo cual resumimos que son un mal similar.
El tipo de ideal que se sienta en una computadora o frente a un papel en blanco a escribir es el que más detesto y me hago totalmente responsable de lo que digo. Sé por cometarios de pasillo (esto es un cuerpo y acá nos conocemos todos) que algunas posturas –incluso las más radicales- lo apoyan y hasta lo estiman. Yo creo sin embargo que es un miserable. Primero porque la juega de intelectual cuando en realidad es un don nadie y segundo –y básico- porque cuenta muchas miserias y peleas internas detrás de algún personaje de ficción y lo peor de todo es que hay gente que gusta de esas historias cuando en verdad no debería conocerlas.
En las reuniones se mantiene callado, omite siempre el debate y trata de mostrarse como una postura conciliadora que supone tratar de vivir lo más razonablemente posible cuando todos sabemos que es complicado. En realidad estoy seguro que lo hace más por una cuestión de comodidad que por otra cosa porque le conviene seguir viviendo así pues su vida pasa por el chusmerío disfrazado de cultura barata.
Debo admitir, muy a mi pesar que es dueño de una calma y tranquilidad envidiables.
Como pueden observar el panorama es complejo de por sí. Infinidades de veces hemos discutido la situación y no llegamos a ningún acuerdo.
Particularmente no soy partidario de la convivencia socialista que supone una igualdad entre todos; no por una cuestión antidemocrática sino porque entiendo que deben existir distintas jerarquías que definan un rumbo claro y específico de hacia donde vamos.
Durante todo este tiempo pasamos situaciones complicadas pero finalmente logramos salir adelante y hoy nos encontramos mejor encaminados. Por ello, creo yo, es necesario terminar de apuntalar un proyecto que nos encauce a algo cercano a lo definitivo.
Como de costumbre aclaro que esta no es más que una opinión particular de un simple habitante del cuerpo, como bien sabrán ustedes la libertad de uno termina donde empieza la de los demás o por lo menos algo así escuché por ahí alguna vez.
Por eso decía, estamos preocupados amén de ser una preocupación un tanto relajada, pero no por ello menos importante.
La realidad marca que por más que comente yo toda esta situación, los platos sucios se limpian en casa y no hay nada que hacer al respecto.
Saludos a todos y cada uno de ustedes, muchas gracias.
4 comentarios:
A mi me pasa que sé lo que quiero pero quiero demasiadas cosas, entonces de todo lo que quiero no sé qué quiero, proque sé que todas no puedo.
Buena manera de exponer esas facciones disimiles que siempre llevamos dentro, y que nos conforman como una unidad, siendo ellas varias.
No solo en los cambios de roles se suelen percibir, si no en presencia de distintas compañias, o en los virajes de tiempo/lugar.
Como sea, siempre se valora en este texto la reflexión y el planteo que supone ser muchos en uno.
Saludos
Es tan difícil resolver situaciones que involucran seres así... más cuando son amigos.
Yo cada día tengo menos paciencia.
Llamame vos, gil (te recuerdo que quedan 2 funciones).
Muy bueno, iba leyendo y pensaba en todos los pequeños Tomasitos que viven adentor mío, y creo que uno va logrando una convivencia más o menos pacífica, aunque con pequeños problemas de vez en cuando.
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