Y…no

Ayer a la noche no dormí, pero al final nada pasó.

Me senté tranquilamente en la cama y aproveché el ventanal que da a la calle, pero no.

Hice lo que tenía que hacer, lo que recomiendan los buenos manuales del “pensador” pero al final no, no pasó nada de lo que se supone que pasa cuando uno busca una reflexión profunda y ambiciosa, como rayos fulminantes que coronan la lluvia.

Mientras fumaba (otra premisa inalterable en el manual del pensador), miraba las casa y los autos y no fui capaz siquiera de imaginarme sus destinos, pues nada de nada me encendía el mechero.

Y así vi gente pasar y la quietud hacerse dueña de la ciudad a medida que entraba la noche hasta que por fin aclaró a lo lejos y a pasar de lo mucho que me habías recomendado que piense no pude llegar a otra conclusión que no sea que te dije aquel día: realmente siento que ya no te quiero.

Cerré la ventana lo mas que pude porque odio dormir atado al sol, me angustié por tu llanto y porque no hay forma de que uno piense cuan complicado será despertar mañana cuando la noche de ayer no me dejó nada mas de lo que yo ya sabía.