martes, 2 de septiembre de 2008

Desilusión



El hombre abrió la puerta de su casa y saltó a la noche estival de la ciudad.
Caminó tres cuadras hasta llegar a la plaza del barrio, apenas concurrida por algunos enamorados, perros sin destino y un par de alcohólicos con melancolía de viejos años.
Se sentó en una banca de cemento con poca gracia, desteñida por las lluvias y prendió el tabaco con un fuego temeroso para no despertar miradas extrañas.
Fumó pausado.
Algunos pájaros trasnochados todavía revoloteaban, aunque todo el mundo sabe que los pájaros duermen por la noche, excepto los búhos y las lechuzas.
Un aire típico del verano apareció entre las hamacas para morir a los pies de los canteros de adoquines que precedían al camino de canto rodado, aquel que odian los ciclistas durante el día.
Un auto moderno se estacionó en el otro extremo de la calle. Alguna pareja se afianzaba o separaba puertas adentro.
El hombre terminaba el cigarrillo.
Los arcos de la canchita de fútbol exhibían las manchas de barro en los postes y un ombú viejo, enorme y cansado le comentaba a un joven pino lo difícil que es la vida del árbol.
Un nuevo borracho se sentaba veinte metros más allá, mientras la virgen contaba las flores que los agradecidos y ritualistas le regalaron.
El hombre se levantó al fin y regresó lento hasta la puerta de la casa.
Entró con calma y a medida que se desvestía para irse a dormir, maldecía a aquellos mentirosos e ignorantes que le decían siempre que la noche está llena de sorpresas.

1 comentario:

Tefilina dijo...

me gustó!! me gustó!!
Un detalle... en Iguazú hay unos pájaros que se llaman algo así como "bailarines" que también están despiertos de noche... ja!
Hacen un ruido de mierda, me hacían cagar en las patas...

Era fácil ver toda la situación, y meterse en clima... está bueno para recitar... fuiste a la FLIA, pastenaca? Estuvo muy buena.