Vos. Yo.

Vos y tu bronca. Y tu desesperanza. Y tu lógico negativismo. Van todos en cada abrazo que me das, en cada palabra. Se te nota, estás dolida.
Yo y mi vida, que me pesa. Por esto, esto y aquello que ya te conté. Y yo con mis ganas, todas. Yo con la desesperación de 15 días que no te veía, tratando de contener tantas cosas que te quiero decir. No es una estrategia. Pero como te la explico. Se que me crees. Pero vos y la piedra que estás hecha. Yo y mi culpa.
Vos y yo revolcados, abrazados. Sentirnos como hace mucho. Vos y tus tiempos, la vida que te persigue y te pisa los talones. Tus primeras veces laborales. Yo, que te miro orgulloso y también preocupado por tu salud.
Yo que la miro de afuera. Vos que apenas tenés tiempo. 
Yo estoy sintiendo que no hay forma, que te me vas. Que algo me dice que estoy sobrando en tu vida.
Vos que me decís que no. Que te hago bien.
Quisiera que estés acá y que me cuentes como te fue hoy y hablemos de sandeces mientras se te pasa el agua del mate y puteás. Mientras nos envuelve el humo de mis Lucky y tus Marlboro. Mientras la noche se va y de nuevo tenés que volver porque mañana, 6 de la mañana, obligaciones, "recien es martes" y la puta que lo re mil parió a todo esto que hace que ya no pueda tener eso mismo, mientras te espero. Yo.
Y vos hacés lo que la vida te deja. Cuando te deja.
A veces quisiera no estar acá.
No se. Desaparecer.